18 de octubre de 2008


De lo divino y de lo humano


Hoy sobran las palabras para mostrar como Dios se apiada de nuestro sufrido país y nos envía a su enviado. Las fotos son suficientes. Al fin y al cabo una imagen vale más que mil palabras.



Observen la ternura con que lo hace; el halo de divinidad que lo rodea. Con su manita augusta —no usa el hisopo para arrojar el agua bendita, no lo necesita, ¡qué va!—, con la misma manita con la que maneja diestramente las riendas de sus caballos en el Ubérrimo; con la misma mano divina con la que firma las excensiones tributarias para los grandes 'cacaos' de este país; con la misma con la que presuroso corre a hacerle los mandados a Sarmiento Angulo, en fin, con la misma mano divina con la que ordena atropellar a los pobres, a los desposeídos: de viviendas, tierras, hijos y vidas. 

'Con gusto padre, para que esta obra tenga un acompañamiento divino.'

¡Que Dios nos guarde de tantas bendiciones!



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